
Los hijos de los baby boomers y la generación X empiezan a dejar su impronta y a generar cambios en los ámbitos social y económico. Y el sector inmobiliario no se queda al margen.
Satisfacer las demandas de esta generación de millennials abre nuevas posibilidades para los inversores: alojamientos low-cost tipo hostels para los más viajeros, espacios compartidos de trabajo – más conocidos como centros de coworking– o viviendas más pequeñas y sostenibles en régimen de alquiler son algunos de los productos inmobiliarios con un futuro más prometedor.
Respeto al medio ambiente, más conciencia social, mayor equilibrio entre la vida personal y profesional, movilidad geográfica o desarrollo de la llamada economía colaborativa son algunos de los valores que mejor definen esta nueva generación de jóvenes nacidos en las décadas de los ‘80 y ‘90, en un contexto de prosperidad económica. Su estilo de vida poco tiene que ver con el de sus padres. Y una vez han accedido al mundo adulto, sus necesidades y demandas también son diferentes. Prefieren la bicicleta al coche, un piso en alquiler a uno de compra, hospedarse en un hostel a quedarse en un hotel o trabajar por cuenta propia a tener un puesto de trabajo mejor remunerado pero que no les guste y les deje poco tiempo libre. Esta nueva mentalidad compartida por buena parte de los jóvenes de entre 18 y 35 años, ha abierto nuevas oportunidades para el sector inmobiliario.
Trabajo por cuenta propia. Desde un coworking.
Esta última década ha representado la explosión de los centros de co-working, principalmente en las grandes ciudades. En España existen unos 1.000 espacios de trabajo compartidos, de los cuales la mitad se concentran en Madrid y Barcelona. Se trata pues de un mercado ya maduro, que ha captado la atención de los inversores inmobiliarios y ha dado pie al nacimiento de empresas especializadas en la gestión de este tipo de centros para hacerlos más rentables.
El planteamiento detrás de esta tendencia es que, si bien las oficinas en venta o alquiler de uso exclusivo se circunscriben a empresas ya consolidadas que cuentan con varios trabajadores; los autónomos y emprendedores millennials tienen otras necesidades. Y no es que se hayan inventado ellos el concepto de co-working. Los llamados business centers llevan décadas funcionando pero con otro enfoque.
La principal diferencia es que ahora se imponen los espacios de oficinas compartidos completamente diáfanos, con una decoración actual y funcional y con áreas complementarias como cocina-office, estudio fotográfico, sala de exposiciones y eventos, terraza o incluso bar. Su planteamiento es más informal y dirigido a compartir, no solo gastos, si no también sinergias e intereses entre los coworkers, de manera que se acabe creando una especie de comunidad. Sectores punteros como el tecnológico se apuntan a esta tendencia de compartir espacios de trabajo y apuestan por alquilar oficinas que funcionen como incubadoras de empresas y aglutinen start-ups del sector.
Para los inversores, los centros de co-working son una opción más dentro del segmento de oficinas, aunque con ciertas particularidades en cuanto a la concepción del espacio y a su publico objetivo. La demanda viene por parte de profesionales independientes, emprendedores y micro-empresas en lugar de PYMES y multinacionales. Y las áreas de trabajo han de posibilitar la comunicación e intercambio de ideas y experiencias entre usuarios.
Por ello, los inversores apuestan por antiguas naves industriales en venta y plantas bajas en desuso susceptibles de ser reconvertidas en una única oficina diáfana. En cuanto a superficies, la mayor parte de estos espacios disponen de unos 300m2 de media, aunque en ciudades como Barcelona funcionan ya diversos centros de entre 500 y 1.000m2. Y no solo la iniciativa privada ha optado por habilitar centros de trabajo compartido de mayores proporciones. También el Ayuntamiento de Barcelona ha reconvertido antiguos recintos fabriles como el Fabra i Coats o La Escocesa en centros compartidos de creación artística, pero de gestión 100% municipal.
Parece pues que esta nueva tendencia en el mercado de oficinas ha venido para quedarse y el sector inmobiliario ha reconocido su atractivo como producto de inversión.
Viajo low cost. Me hospedo en un hostel.
También el segmento hotelero se ha visto alterado una vez los millennials han empezado a viajar. Explorar mundo está a la orden del día para los jóvenes de entre 18 y 35 años, pero no a cualquier precio. Se mueven más, pero con presupuestos más bajos y de nuevo su preferencia es alojarse en hostels.
Tampoco en este caso han inventado el concepto pero sí que lo han adaptado a los nuevos tiempos. Se podría decir que han redefinido la idea de albergue juvenil. Ya no se trata únicamente de compartir habitación y baño. El principal atractivo de los nuevos albergues o hostels es que disponen de amplios espacios comunes en los que los viajeros pueden relajarse, socializar e intercambiar información y experiencias. El interiorismo de estas zonas comunes acostumbra a ser original, con un toque cool para atraer al tipo de cliente millennial. Nada de espacios fríos e impersonales para adaptarse a todos los públicos.
Estos nuevos albergues de diseño además acostumbran a disponer de habitaciones individuales o dobles con o sin baño a precios asequibles para aquellos viajeros que desean vivir la experiencia hostel pero no del todo. Además suelen ofrecer elementos diferenciadores, como vistas espectaculares, biblioteca, bar con música en directo, piscina o jardines con encanto y, por supuesto, una decoración chic y acogedora.
La realidad es que en los últimos años, este sector ha vivido un crecimiento espectacular. Por ejemplo, Barcelona pasó de tener 53 establecimientos de este tipo en 2012 a superar los 110 en 2015. En las webs de reservas más importantes, hoy se anuncian hasta 181 hostels en la ciudad condal, mientras que en Madrid lo hacen cerca de 120. Acostumbran a ocupar desde plantas bajas o azoteas, a pisos principales o edificios enteros. La madurez del sector ha dado entrada a cadenas de hostels que operan en diferentes ciudades europeas y ha captado la atención de inversores que apuestan por comprar este tipo de activo inmobiliario.
Me independizo. Voy a un piso de alquiler.
Unicamente en España hay unos 8 millones de millennials que o ya se han independizado de sus padres o se plantean hacerlo pronto. Y para ello necesitan un piso o una casa, compartida o no, preferentemente en alquiler. Esta es la opción más común para buena parte de los jóvenes actuales, que o bien carecen de un deposito inicial o bien priman la flexibilidad que les ofrece vivir en un piso de alquiler, en caso de que sus circunstancias personales varíen o quieran cambiar de ciudad por trabajo.
Ante la falta de stocks de pisos -de compra o alquiler- a precios asequibles en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, el sector inmobiliario se plantea entrar en el juego con promociones de vivienda de alquiler social destinada a los jóvenes o las familias con menos recursos. Por el momento, está a la expectativa de que las instituciones públicas muevan ficha para iniciar nuevas promociones y asegurar el acceso a la vivienda de esta nueva generación.
Como especialistas en la venta y alquiler de todo tipo de pisos, oficinas, hoteles y edificios en las principales zonas de Madrid y Barcelona, disponemos de una amplia cartera de productos inmobiliarios en inversión.