Oporto se encuentra inmersa en un proceso de renovación urbana que, lejos de comprometer su esencia, está poniendo en valor su autenticidad como capital histórica y económica del norte de Portugal. Al mismo tiempo, la ciudad apuesta por la creatividad y la modernidad como nuevos símbolos de identidad. Su riqueza arquitectónica, artística y gastronómica atraen cada vez a más visitantes dispuestos a descubrir el encanto particular de esta joya situada en la desembocadura del rio Duero.
Para muchos Oporto continúa siendo un diamante en bruto. Y es cierto que la segunda ciudad más importante de Portugal ha permanecido adormecida durante años, bañada por el rio Duero y la luz dorada que se refleja sobre sus casas. Pero el aire nostálgico y algo decadente que se respira en sus calles y su rico patrimonio arquitectónico esconden una ciudad que apuesta por la modernidad y la creatividad. Hoy ya nadie discute el creciente dinamismo artístico, cultural y gastronómico de Oporto, además de su vibrante vida nocturna.
Precisamente, esta combinación entre tradición y vanguardia atrae cada año a más de un millón y medio de visitantes. De esta manera, la floreciente industria turística alienta un proceso imparable de transformación urbana. Edificios históricos vacíos acogen ahora hoteles boutique y hostels de diseño. Restaurantes de cocina creativa conviven con establecimientos de toda la vida que ofrecen recetas tradicionales. Mercados clásicos, mercerías, confiterías o ultramarinos coexisten con talleres y tiendas de jóvenes creadores y comercios vintage o alternativos. Las iglesias y edificios clásicos con fachadas de azulejo azul dan paso a ejemplos de arquitectura vanguardista, merecedores del premio Pritzker. Hasta el clásico vino de Oporto se ha reinventado poniendo de moda entre los más jóvenes, el porto-tónic -una versión con menos alcohol que el gin-tonic-.
A nivel urbanístico, este proceso de transformación se está llevando a cabo bajo la atenta mirada de las autoridades locales. Porto Vivo, la sociedad pública creada para promover la rehabilitación de la ciudad se encarga de dirigir este proceso desde 2004. La recuperación y reconversión no sólo de su centro histórico -declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1996- sino también de otras áreas degradadas, se está llevando a cabo de forma meticulosa para preservar el legado arquitectónico de la ciudad.
Paralelamente, el carácter preminentemente industrial de Oporto, se complementa ahora con el turismo y el impulso a la actividad creativa. Buena muestra de esta efervescencia artística se materializa en el céntrico barrio de Bombarda. Muestras de arte urbano en las fachadas de algunos edificios, estudios de creadores y ateliers abiertos al público, galerías de arte, tiendas de mobiliario de diseño y decoración o restaurantes y cafeterías de lo más chic y hoteles con encanto invaden las calles del barrio más vanguardista de Oporto. Una buena muestra del intenso momento que vive la ciudad y que explica el aumento continuado de visitantes y el interés de los inversores internacionales por poner un pie en Oporto.
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